Cuando visitamos Venecia, es encantador observar el panorama, concocer su valor artístico-cultural y por qué no dar un paseo en góndola. Los invito a conocer un poco de la historia de las góndolas y de sus protagonistas, trabajadores incansables y amantes del buen vivir: los gondoleros.
Tiempo atrás, los gondoleros estaban al servicio de sus patrones, gozaban de un sueldo fijo y en algunos casos también de vivienda. Conocían todos los secretos de la casa de la familia para la cual trabajaban y eran muy fieles. Las familias nobles poseían una o dos góndolas denominadas de casada, sobre las cuales se hacían transportar, ya sea como diversión o por asuntos de negocios. En aquella época se usaban los “freschi”, se denominaba de este modo, a las ocasiones de encuentro social que consistían en pasear en góndola por la ciudad.
Además, los gondoleros se reunían en corporaciones y poseían una sede propia en la Iglesia de S. Silvestro. El trabajo de gondolero se pasaba de padre a hijo. Actualmente, se eligen por concurso público. Se necesita saber al menos un idioma extranjero, tener conocimientos de historia en general y de historia del arte veneciano. Una vez pasados los exámenes, se realiza una práctica de aproximadamente 6 meses.
En cuanto al color de las góndolas, el negro, fue desde siempre considerado como color elegante por los venecianos. Hasta finales del 500, la góndola podía ser de varias tonalidades, pero esto fue prohibido por un decreto del Senado.