El Valle de Aosta, en el norte de Italia y a los pies de los Alpes, es perfecto para viajar en familia, con niños. Para una escapada o para unas vacaciones de verano o de invierno con algunos días más.
El Valle de Aosta es una región bilingüe en la que se habla francés e italiano y en la que no faltan montañas, paisajes idílicos, historia, pistas de esquí y buenos alojamientos para toda la familia. Un lugar que elegir como base para trazar rutas de descubrimiento en familia es Aosta, la que fuera colonia augusta en tiempos de los romanos. En Aosta hay que pasear por las calles peatonales de la Piazza Chanoux y fijarse en los edificios de su arquitectura urbana tradicional. No lejos, en una de las rotondas del centro de Aosta, hay que descubrir el Arco de Augusto, romano y del siglo I aC, erigido para conmemorar la victoria sobre el pueblo salasi. También merece un tiempo dedicado la Colegiata de San Orso, del siglo X, y un ejemplo de fundación conventual altomedieval de trazas románicas. Como colonia romana que fue, no hay que dejar de ver también el Museo Arqueológico y el teatro romano. Un teatro que en verano ofrece eventos musicales y artísticos que no hay que dejar de incluir. Es importante preguntar qué actividades están programadas para los niños en el Museo Arqueológico y ajustar la visita a las horas y los días en que tienen lugar. Otro lugar que descubrir entre las calles de Aosta es el entorno de la Piazza Severino Caveri. Un espacio en el que descansar para tomar algo a mitad o al final de una ruta urbana de descubrimiento en Aosta.
En los alrededores de Aosta, es posible disfrutar de la ruta de castillos medievales como el Castello Reale di Sarre. En la margen derecha del río Baltea hay que acercarse a una fortaleza aún más impresionante, la del Castillo de Fénis, del siglo XIV y que los especialistas consideran como una construcción militar medieval extraordinariamente escenográfica. Para las familias, aún hay más en el Valle de Aosta.
Las excelencias del Parque Nacional Gran Paradiso, lleno de pueblos que se arremolinan en las faldas de la montaña y en los que se puede parar para que los niños más pequeños puedan comer y para que los más grandes puedan corretear a sus anchas entre los callejones, en una ruta de exploración familiar que guardarán vívidamente en su memoria durante toda su vida. Un pueblo de referencia y especialmente indicado es La Salle. Así es el Valle de Aosta. Una experiencia italiana de altura.