Escondido en su paisaje de olivos y viñedos, San Gimignano reserva numerosas sorpresas: además de las famosas torres que han hecho fama, las extraordinarias riquezas artísticas de sus iglesias y palacios contribuyen a hacer de este pueblo toscano una parada que no debe perderse.
En el corazón de la campiña toscana, se encuentran las famosas torres medievales de San Gimignano, símbolos del poder y la prosperidad de este municipio que, durante su período de d 39; oro entre 1300 y 1353 fue una Ciudad Libre, sometida posteriormente a Florencia. Ubicado en la encrucijada de las grandes calles comerciales de la época, incluida la Via Francigena, San Gimignano pronto se convirtió en un gran y próspero centro textil, gracias sobre todo a la posesión de parte de los artesanos del secreto del tinte amarillo azafrán.
La importancia económica de la que disfrutaba la ciudad sigue reflejándose hoy en la hermosa Piazza del Duomo: rodeada de antiguos palacios y torres, la Iglesia < STRONG> de Santa Maria Assunta acoge un maravilloso mobiliario interior creado por los mejores artistas de su época, desde Benozzo Gozzoli a Ghirlandaio...
El otro tesoro de la ciudad, la Piazza della Cisterna, dibuja entre piedras y ladrillos un encantador paisaje urbano, para disfrutar especialmente por la noche cuando todos los entrenadores de turistas se fueron, dejando a la ciudad su verdadero encanto oculto. Para que la visita turística sea realmente completa, no te pierdas la cata de Vernaccia di San Gimignano, el vino blanco producido durante siglos en esta zona y que desde entonces lo convierte en el orgullo de sus habitantes.
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