Un amigo mío del grupo de running me había hablado, pero me había ocurrido por casualidad, con motivo de la carrera organizada por el grupo local. El camino recorría las calles y los viñedos del pueblo, así que pude notar la belleza de este pequeño lugar y me prometí regresar allí.

Barengo está a tiro de piedra de mi casa, básicamente podía andar en bicicleta allí, pero como hacía frío pedí a mi mejor mitad que me llevara en el coche.

Barengo no es grande; unas veinte pequeñas callejuelas con casas antiguas y casas de campo, pero precisamente en esto está su encanto. La silueta del castillo domina todo el pueblo, que, al ser propiedad privada de una conocida familia de editores, lamentablemente no se puede visitar.

En cambio, puedes dar un paseo por sus paredes que te llevarán a los viñedos de Barengo de los que proviene el famoso vino tinto que lleva el nombre del país. La mejor temporada para caminar es el otoño, cuando todavía no hace frío y las vides están llenas de uvas. ¡Un espectáculo de verdad!

Barengo no está completamente desprovisto de edificios históricos. Además del castillo mencionado, se encuentra la iglesia parroquial de Santa Maria Assunta y, lejos de la ciudad de Barengo en dirección a Cavaglietto, las iglesias de San Pietro y San Clemente.