Apenas comenzó el verano, partimos con mis dos primas, durante la semana para evitar el tráfico de regreso de las playas de Finale Ligure.  Me pasaron a buscar a las 7.30  de la mañana por casa para poder estar alrededor de las nueve y media en la playa. 

Lástima que apenas subimos al coche tuvimos un pequeño incidente. Tomamos el tiempo necesario para intercambiar datos y resolver el pequeño contratiempo y partimos nuevamente.

Llegamos a la playa para el mediodía, con el sol que ya quemaba, después de un recorrido encantador lleno de rincones panorámicos con el verde de la vegetación y el color del mar.

Nos ubicamos en tres tumbonas con sombrilla. En el agua bella y transparente hice el primer baño del verano. Como estábamos muy cerca del centro de Finale, fuimos a pié  a almorzar a un restaurante donde nos deleitamos con una típica y exquisita focaccia.

Después, volvimos a la playa y cada vez llegaba más gente: se veían algunas personas que llegaban para relajarse, luego de una mañana de trabajo. Otras personas, en cambio, no perdían ni un minuto y aprovechaban para recibir un masaje a orillas del mar.

Además, en el bar de la playa, se podían degustar una buena ´´granita´´, helados y ensaladas: la playa estaba bien equipada. Además de la bella naturaleza, interesante es visitar el Convento de Santa Caterina, construcción que pertenece al 1359 realizada por encargo de los marqueses del Caretto donde hoy se encuentra el museo arqueológico, una sala de congresos y el oratorio de los Disciplinados.

La oferta hotelera del centro de Finale es abundante: hay estructuras donde aceptan animales.  Volvimos a casa, alrededor de las ocho, después de haber pasado un espléndido día. Finale Ligure, con sus rincones magníficos es muy colorida en verano.