Faver es un municipio italiano asentado en la provincia de Trento. Aunque la región ha sufrido muchos acontecimientos históricos destructivos, Faver se caracteriza por conservar un patrimonio muy rico y variado. Uno de sus monumentos más emblemáticos es la iglesia parroquial de San Felipe y S. James, consagrada en el año 1116 y reconstruida en el 1462. Otro de los puntos más turísticos de este municipio es Piazza de Vich, al cual se le conoce como “El Castillo” gracias a su enorme y hermoso patio interior. Pero eso no es todo, Faver es una comuna italiana en contacto directo con la naturaleza y los muchos viñedos que rodean la región, así como su cercanía con el valle del Adigio y con las montañas del Tirol del Sur lo demuestran. En estos lugares, el turista no solo puede disfrutar de un momento tranquilo ensalzado con unas vistas muy hermosas sino también de sus deportes favoritos. Tampoco hay que olvidar la oferta de ocio que Faver pone a disposición del viajero, pues el municipio cuenta con todo lo que éste necesita para disfrutar de unas agradables vacaciones, como por ejemplo tiendas, restaurantes o bares.
¿Crees que para ver las pirámides tienes que ir a Egipto o Sudamérica? Sí y no. Si quieres ver las pirámides creadas por la sabia mano del hombre, no puedes prescindir del viaje si quieres ver las pirámides creadas por la Madre Naturaleza, ven a Trentino & lt; /strong >. Segonzano es en realidad una gran zona situada en las laderas del Dosso di Segonzano y Ceramont, y consta de dieciséis aldeas situadas a una altitud que oscila entre 430 y 1543 m s.n.m. Cada pequeña aldea ofrece algo agradable para ver. En Segonzano se encuentran las ruinas del castillo retratadas en un famoso cuadro de Dürer. El nombre del pintor también lleva el camino que conduce desde el Klösterle de San Floriano hasta las pirámides de Segonzano. Desde Sabion puedes ir al Santuario de Nuestra Señora de la Ayuda, en Stedro puedes ver la Iglesia Parroquial de la Trinidad y Segonzano es famosa por sus pirámides terrestres. Se puede decir que la naturaleza ha dado lo mejor de sí: estas curiosas formas arquitectónicas, que alcanzan incluso más de 20 metros, son una mezcla de tierra y pequeños guijarros, cementados y endurecidos, pero también fácilmente erosionables. Las pirámides están cubiertas con forma de «sombrero» que repara las estructuras de la lluvia y, por lo tanto, de una lenta fusión como demuestran los restos de algunas pirámides sin este pequeño acabado.