En el territorio meridional de la Región Basilicata, este espléndido y ordenado pueblo inmerso en medio del exuberante Parque Nacional del Pollino, perteneció hasta el 1806 al territorio de Chiaromonte, feudo de los príncipes San Severino. Más tarde, separándose del control de Chiaromonte, por el nuevo orden político impuesto por parte de Napoleón, se convierte en municipio manteniendo el nombre del feudo al cual agrega en el año 1820 la denominación de Lucano.

En cuanto a los monumentos que se destacan, podemos comenzar nuestro recorrido visitando la Iglesia Madre en Piazza Marconi, que mantiene las instalaciones originales pertenecientes al período del setecientos. La iglesia de San Vincenzo (en la parte alta del pueblo) merece especial atención, ya que al interno, se puede admirar un crucifijo de madera que pertenece al 500.

En la entrada del pueblo, en corso Garibaldi, encontramos el Museo de la Civilización Rural (Museo della civilità contadina) donde se conservan antiguos objetos característicos de la vida campesina del lugar. Durante el mes de agosto en la fracción de Mezzana, se realiza la muestra denominada “Botteghe Artigiane”. Aquí podemos descubrir la bella artesanía local, casi desaparecida, en nuestros tiempos.

Con respecto a la gastronomía se mantiene intacta la tradición de la cocina local, donde los sabores genuinos y simples como el de las orecchiette hechas a mano adobadas con miga de pan aromático (mollica), el cerdo, el cabrito al horno y a las brasas conquistan el paladar del visitante. Se destacan los quesos que provienen del Parque: pecorino, caciocavallo y la exquisita ricota fresca.

La particularidad de San Severino es que gracias a la ausencia de smog y a la relativa distancia que existe de los grandes centros, fue definida por los astrónomos como el pueblo de las estrellas, aquí, de hecho, la visibilidad de los astros es óptima.