Trieste, es también sede importante para las competencias de barcos a vela, de todo el mar Adriático. La naturaleza, el encanto de su cultura, la historia y el arte son los principales componentes que hacen que el visitante desee conocerla. Sus monumentos religiosos son de gran importancia, les sugiero una visita a la Catedral de San Giusto, que es el principal edificio religioso católico de la ciudad de Trieste, nace de la fusión de dos basílicas paleocristianas y es caracterizada por un rosetón de estilo gótico.
En cuanto a su historia, Trieste, se encuentra fuertemente vinculada a la influencia de Austria durante más de cinco siglos. No obstante la fuerte predominación habsbúrgica, la italiandad de Trieste se mantuvo también lingüisticamente: se continuó, de hecho, a hablar el Triestino, que es un idioma muy joven en Europa. Visitar Trieste, es como realizar un viaje en el tiempo, cada ángulo inspira historia, cada muro nos cuenta un episodio de su pueblo y de sus orígenes. Aquí también existe un tranvía muy especial denominado el "Tram di Opicina" también llamado por los habitantes de Trieste "el Tram de Opcina", deriva de la homónima localidad a la cual llega desde Trieste.
Su característica principal es que tiene que superar un trayecto de 800 metros con una gran pendiente, para hacerlo, utiliza un medio alternativo que lo empuja en subida y lo frena en bajada, convirtiéndose por ese tramo en funicular; luego vuelve a ser una línea de tranvía hasta Opicina, por cierto, muy original.